martes, 17 de mayo de 2016

LOS DÍAS MUERTOS / Poesía de José Ignacio Restrepo



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Si el valor del aliento
confiscado en el alto paladar
por el gracioso respiro
y el vanidoso apremio por llegar
a algún pingue momento cotidiano,
no se atreve, holgazán,
deslizarse del cuello hasta el afuera
y luego tararear un tango viejo
mientras decide ir desnudo y libre
sobre las gotas tibias de sudor
que sin su suave y húmedo albornoz
bajan copiosamente y sin afán
desde el cuello hasta el sur de la bella espalda,
y de allí quitando su escafandra,
sumirse en el siseo de las horas,
en su cuerpo sediento de tu abrazo,
entonces no hay sentido del decoro
en el trámite usado de los cuerpos,
y mi aliento por siempre visitante
que nada sabe de ávidos silencios
morirá sin quejarse
por conseguir el ticket
para remar
a bordo de su ser,
por siempre mi premio prometido,
mi errático y dulce quehacer
en este quinto adviento...

Si atada a la undécima palabra
que pernocta entre hálitos y asilos,
no puede cual mancorna solitaria
mi mano que en tu altar rejuvenece
cantar a punta de tacto alguna aria,
entonces a enterrar la poesía,
hacerle un carpe diem utilitario
y en su torno sembrar flores pequeñas
que no se muevan
mientras pasa el viento,
o ese otro infeliz y delicado
destino de todos los que aman
que por albures viejos e inocentes,
llegan a casa cansados de mirar,
lo que está sin palabra
vuelto gris,
pidiendo vida en un idioma extraño,
y haciendo pausa en mi rostro taciturno
que lleva atados
los gestos de su rostro...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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