jueves, 28 de enero de 2016

LAS TRAZAS DE TU LIDIA SALADA... / Poesía de José Ignacio Restrepo



PUNTO DE FUGA


Puntos álgidos del día, 
norte del sur 
donde el cuerpo crea su sombra detenida, 
y vulgares mansedumbres 
huelen el casquivano desparpajo 
de la gula y la desidia...
los ojos cargan lastres 
de pequeñas historias inconclusas 
y ese gris de los lados es testigo 
de que pasa la fatua somnolencia, 
como barco sin mástil ni timón...
ojo por ojo, 
las manos con fruición 
crean un campo de fuerza, 
y este calor casi sin vigor 
seguro la espera a ella...
la escarcha de las tormentas, 
sutil y taimada composición 
heredera del fuego ya apagado...

Entre el viento creo oír tu voz, 
y marco a ojo cerrado
la ruta del sangrado tacto 
de preciosos talismanes...
Pasos indescifrables 
retoman las aceras desgastadas
y las manos moradas 
retienen lo mejor que hay en el frío
viajes, tormentas suaves entre nubes,
canciones decantadas por la guerra,
soterradas misiones de tres pasos...

No te puedo llamar,
desoídas las clásicas quimeras
huelen siempre a tu mar
y recuerdos viajantes con mugres de cristal
se guardan en mis uñas...
Lástima, 
son los mapas que ya usé
los muros enselvados, 
y la voz que me llega del asfalto
con la templada rúbrica del vino,
otra carta lasciva
que me espera sin ti
en algún cuarto
o en el patio vivaz de una mezquita...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

lunes, 25 de enero de 2016

SI UN VINO DULCE TIENES.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


AMARETTO


Del turbión que socava sin parar
aquello que en mí asoma,
virtud, justo estertor, un ocre aroma,
vericueto del alma que trabajo
o este estar solo así tan cabizbajo,
lo llamo, incluso erróneamente
bautizo
aquello que en clamor te pertenece,
el cadalso feliz donde promulgo
o me trago la voz y solo callo,
que a este sencillo amor voy amarrado
y a tu nombre lo toca remojar
mi silencio agravado...

El turbión melancólico en que estallo
cuando no puedo ser más ni mejor,
y debo pernoctar a escasa luz
esperando tu halago...
el eco de tu paso en el pasillo
tras desnudar con luces azarosas
la puerta del callado abecedario
que abre todo lo nuestro,
a la hora en que hace par la noche
con las dudas y lo otro,
la majestad de todas las visiones
que nos encuentra solos y completos,
bajando la verdad sin un derroche
y con solo un te quiero, yo también,
descubrir ese nuevo decidir,
sin un solo vocablo, ni designio...

El turbión,
su paso por el golfo en que proscrito
espero sin caviar ni vino bueno
que llegue, majestad, vuestro barquito...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO Copyright ©
• Reservados todos los derechos de autor

lunes, 18 de enero de 2016

DOLORES, QUE SON ÓSCULOS Y DARDOS / Poesía de José Ignacio Restrepo


MIS SOMBRAS


De noche las sombras se unen
como si fueran retazos de una manta vieja...
Las toco por si hay alguna que hable de mi
o que se calle al sentir mi triste mano
guardando su verdad intransigente
como celado lazarillo de otra tarde...
O para amarlas más, 
sentir sus colores renovados,
sincerar en rápido escrutinio
el sollozo ya de antes conocido
como mi propio quehacer de ser sufriente,
o desaparecer el gris avejentado 
que grita por los bordes,
trazos de duda,
hambre envejecida;
yo como perro ajeno no hago caso,
de tanta viuda que nunca he desposado...

Hoy parten de este lugar cientos de dolores
que caprichosamente 
leían sobre mi en todo su olvido,
pero sé, no tengo duda sobre éso,
sé de mañana que con llegar la tarde
otros vendrán...
profusos, nuevos, cohibidos...
Miro para el Levante,
mi ventana ha estado prisionera
de un marco que por fin se hace astillas,
y esos vientos rizados de mi olvido
crujen altisonantes
como rupias que van de mano en mano,
al calor mueren por arder,
y su valor se queda entre los ojos basto y pobre...
Este que soy recuerda
que tiene el cuero ya bien preparado
para ser pedazo de humedad y de llovizna,
trozo varado del olvido, eco de voz,
esa que ya no canta
pues olvidó esperando cómo hacerlo...
no me duele el embrujo de la muerte
cuando lo veo en mi
seriamente amistoso recostado
pidiendo lo que piden las coristas,
otro sencillo arrullo,
otro poco de tacto sobre el vello
recortado para no enrostrar roce con deseo
y terminar en duelo iridiscente,
o en verso sincopado
porque eso tienen aquellos que dolientes
se acuestan sobre mi algo esperando, 
algo que tiene nombre pero calla,
y levanta su sombra antes del alba
huyendo como hacen esos magos
en el último acto inacabado
ante un público necio...
Desaparecer,
y no tomar impulso nuevamente...
lunares tienen cánceres pequeños
prometiéndote sin lujo y en silencio
el premio de la muerte...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

lunes, 4 de enero de 2016

CABAÑUELA.../ Poesía de José Ignacio Restrepo



DESPEREZA...

Según el mes del año
se levanta al sagrado quehacer
tu espíritu bravucón desaliñado
más tarde, huevón, o más temprano,
con los gastados mofletes iracundos
por ir leyendo a donceles y queridas
tus cautos pensamientos y los otros
los gastados, 
los mil veces repetidos, 
los idos sin llegar, los cancerosos
y esos que tienen llanto en el zaguán
llamados por mi piel los perezosos,
que no por pestilentes son de menos
en el mes de diciembre
o en enero...

Hay cotorreos viejos sin cantar
y suaves nuevas coplas
que aún no nacen,
vendrán con sus acentos cual falaces
deseos de reñir o jorobar 
a otros que callados les esperan...
dirán cuando los lean, lo pensé,
de una mejor manera y no lo dije,
entonces el poeta de aprendiz
con ecos dislocados y dos dados
hará muelles, probetas, barcos malos,
inundaciones, dádivas, pereques,
dos o tres guerras santas sin país
que apenas en las letras se levantan
y no matan a nadie,
solo atañen
a estos que relinchan mientras hacen
herederos de diez sopas de letras 
resueltas mientras diezman un arroz
acompañado de un caldo ya rancio;
y el loco con su queja proletaria,
poseedor de quintas y silencios,
unas imaginarias y lejanas
y esos propios conservados pese al uso,
profundos como pláticas de hados,
que se suelen quejar sin audiencia
igual o acaso más,
en esta tarde
del cuarto día de un año prestado,
y el cielo de diciembre ya sin luces,
con enero se topa
en esta noria impúdica que tiene
un bautizo sin niño y sin iglesia
parecido dirás
a un entierro cuyo deudo despereza...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©