miércoles, 23 de diciembre de 2015

VERDE MÚSICA / Poesía de José Ignacio Restrepo



MIENTRAS DESPIERTO



Saldos durmiendo 
con rala y vieja lumbre
mientras a solas me tiendo en la baldosa,
cobros sin regla
de hartas mansedumbres
pintados de todos los colores, 
ordenados por grito o ignorancia,
por fechas, por cómicos valores,
por lugares de uso o por tinglados,
como esas cosas que duermen
en cajones,
llenos ya de recuerdos insalvables,
con rostros que gritan sus silencios
y de paso tus herrumbres urgentes
de pasados que fueron importantes,
donde lástimas ajadas rememoran,
documentos de temas que recuerdo
pero ya no comprendo...

Tengo calor de estigmas revividos,
lozas que veo y escondo en parpadeos,
a centímetros ahora, luego a metros,
con mis soldadas penas
que las cubren...
y yo les quito el polvo, limpio,
para después solamente respirar
y madurar sin prisa, nuevamente,
el eco oportuno de tu nombre,
cada letra de el,
el silencio proclive a tu existencia,
los recuerdos que avivan
si te llamo, si te callo después,
en la rutina diaria
de emerger...

En la trampa de toda disidencia
que no es más que una huida sin destino,
descubro que está intacto
el alfeizar
donde acomodo mis codos
casi a diario...
algunos cagajones de palomas
donde rizados trinos de viajeras
han quedado atascados,
como yo,
que libero de mi a cada frontera,
a cada rastro excesivo de mi voz
cuando veo pasados porvenires...

Los ritos lisonjeros de las aves
que no puedo guardar entre mi piel
acomodo en mis ojos,
como sinceros y laxos aforismos
para leer y sentir
disimulado,
ese día, no hoy,
en cualquier lado
cuando descubra que ya no tengo cuerpo,
que no tengo tiránicos trabajos
que llevar a cabo con mi voz
sin mi sueño pesado por goleta
y tu muelle feliz
por bella meta...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 


miércoles, 16 de diciembre de 2015

A VECES LLEGAN... A VECES SIMPLEMENTE SE GOLPEAN... / Poesía de José Ignacio Restrepo



VENTANA CERRADA


Languidece o revive,
el ave solo respira mientras ve
el brillo inmaculado en la ventana
- esa que bien cerrada recibió
tan solo hace un minuto
su arduo vuelo,
y tras el golpe impropio,
inesperado,
la tumbó sobre el suelo -

Suelo hacerme en la silla que está al lado
para vivir la tarde desde aquí,
un tibio acantilado me dirán,
un centímetro antes del diván,
solo falta el loquero
dirán otros,
pero yo veo todo desde aquí
incluso lo invisible...
alza el pájaro pingüe la cabeza
y puedo ver que incluso está tranquilo,
un pocillo con agua,
unas trizas de millo
y un pan viejo
bastaron para hacer que su entrecejo
fuera de mal a bien
y ahora la ventana es lo que es,
un momento cualquiera,
un trivial accidente,
una frontera...

Tan similar la vida de este bello
adonis de los cielos inferiores
al trasegar ya gris ya de colores
de cualquiera que pase
por la acera,
viviendo de lo que haya,
haciendo del momento bella playa
o una alta muralla que llorar,
esperando que el agua le acaricie
la templada garganta a la hora cero
en que tenga la sed
su tiempo y timbre,
y le diga es ya, pónmela, quiero,
y él sea forastero de su bien,
sucio dueño del cielo que lo mira
y al que devuelve besos con desdén...

Mi invitado ya trina,
quiere irse,
algo de agua tomó y algo de pan,
el millo ni siquiera lo probó...
la ventana se abre de inmediato
y el pequeño gorrión
se alza ileso...
barato el accidente, corto el pare...
igual que a todos pasa,
un pequeño compás
en mitad
del impávido aquelarre...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 

viernes, 11 de diciembre de 2015

DE VEJECES, NOTICIAS BREVES / Poesía de José Ignacio Restrepo


VAIVÉN DE LAZOS


Con mis sierpes de siempre
fuertemente anudándose a mis pies,
y estos temas nuevos que me llegan
en el envés tallado de las hojas cansadas
que se pegan de viento
a mi ventana,
como suaves mensajes de querellas
tardías y ufanas
por dejar sin rabiar su simiente de ley,
sus voces de arcabuz tosiendo fuerte,
sus latigazos lentos y tallados
que van buscando espaldas
donde dar,
sus salitrosas noticias de vejeces
como podridas mermeladas
sobre nuevas hogazas
de pan...

Rameras compungidas
con úricas amnesias que regresan
a dar alabanzas al que pasa
sin antes comprobar qué aire,
qué mesa,
qué cama delicada les tendrá
como de pies y manos enjalmados
unas horas al menos retirados
del presente y su sal,
así son mis silbantes voces solas
plenas de concepciones por hacer
con ujieres palabras mendicantes,
convertidas de paso
en mis amantes,
abiertas de las manos y las piernas
como cruces caídas,
para torcer los rumbos de lo dado
y recobrar un mando que no es
sobre aquello que truena suspendido,
como violín comprado en anticuaria
que suena mal y todo
pero suena...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
• Copyright ©

martes, 1 de diciembre de 2015

COTIDIANO / Poesía de José Ignacio Restrepo



ROSARIO


Falanges acalambradas
que se sabían de principio a fin
ese bello, servil abecedario,
nutrido de las aes y las zetas
recorrido por eses sin control,
y veraz, y verás,
corriendo como niños de ramera
que no, que no, que nunca le obedecen
como su cuerpo
en tránsito de manos
que parece más bien una cometa
en mitades de abril..
Falanges como párpados caídos
rasgando sin valor una guitarra
que ante solía ser su propia esclava,
y ahora se retuerce,
salta brava,
porque las yemas ya no reconoce
de lo toscas que pasan...

Es la vida,
se marcha sin decirnos,
con cada día saldado te estremece
y te acerca al lago donde espera
ese otro poema,
ese postrero,
que no podrá ni siquiera ser escrito...
Deslices que se nutren escaldados,
de lo llenos vacíos,
casi sin decirle a Dios 
de qué se trata la vida, 
hortensias descolgadas del balcón
para que vibre la vista como niño perdido
y escueza por el rostro el socorrido llanto, 
dolencias, 
que se emergen cuando no las llamas, 
variadas como larvas fecundadas 
de nuestras concupiscencias más finas, 
pero en triste ventaja, 
adelantadas,
atadas al cansancio de las vértebras
que nada saben de contar
cuentas nuevas en viejas camándulas....


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

miércoles, 25 de noviembre de 2015

LLAMA ESE SERENO QUE NO VEMOS.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


RONDA


Me rondan y no desde hoy
los sabores de muerte renacida,
lirios pintando paredes y techos
y pisos donde nadie anda,
van de mano de olvidos circunflejos
que rezongan como novias caprichosas,
- será señor la hora,
o faltará el segundo desollado -
ese que falta siempre
para poder firmar el armisticio,
rondado voy por olores cafres,
por el bies dormido vuelto sombra
ese vestido café
qué hace colgado del pomo de la puerta,
si es el único,
el único,
el único
que fatal y legalmente te disgusta,
cómo pretendes poblar como un fin postrero
la tierra que no tiene flores
con el vestido que tus ojos odian,
avaro, algo dale a los ojos
que pagaron tanto su pensión,
y envuelve estos aromas
sin desdén...
llama amando al amor
con un vestido
que tenga tu color,
rojo de la deriva en vena abierta,
o azul...
claro que mar y quimera son hermanos,
y anchos como nos llegan
no podemos tomarlos sin dar brega,
en cambio el corazón
brota inmediato,
lleno de un sórdido alborozo
cada que oye una voz llegando urgente,
con las palabras por él reconocidas...
me amas, te amo...
me quieres, dí que sí...
o me mato.

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

lunes, 23 de noviembre de 2015

SOLO TRES... / Poesía de José Ignacio Restrepo


SANGRANTE


Ceñida queja
viajas prendida de mi
como lo hace de su madre un hijo enfermo,
y miras mi mano viajera
que toca el orín que vive en el pomo de la puerta,
y lanzas al adoquín
esa mirada de mago que sabe de naves hundidas
de hiedras y de crepúsculos,
que sabe de adagios escritos en la cripta,
y que al final nada sabe...
como cualquier niño
que espera de quien ama
una caricia...

Quién teme más la huella o el sentir del sueño,
al deshacer la cama y descubrir el propio olor
dejado allí por el salobre deseo compartido
arropando la perdida virtud,
no queda más que el perplejo atavío
- la desnudez de siempre -
cordón desamarrado de escolar presuroso
que sigue así,
corriendo contrarreloj hasta caerse
pues le falta a su poder la templada energía,
dúctil y tierna mueca
que habita sin pedir en una mano...

Ceñida queja,
lacerada tarea,
interpuesta ante el recuerdo de olvidos
que galantean el momento acorde
con la quietud esparcida por el orbe
tras el primer día de guerra..hoy,
nubes de sulfuro abatidas sobre mi sueño de mansa carne,
vidrios esparcidos por el suelo sin fe
esperando a que llegue
ese paso de mi pie descalzo,
de mi única pierna viva
ese paso que enfrenta,
que nunca correrá a la muerte
y más bien la espera...
hermano de mi queja suprema,
que grita por qué sigues vivo
si todo lo amado
está ya muerto...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©

viernes, 13 de noviembre de 2015

NO LLEGAN...NO LLEGAN LAS PALABRAS / Poesía de José Ignacio Restrepo



A MOTU PROPIO


Las veo pasar,
en silenciosa estampida,
y tras de ellas haciendo a cada una sombra,
los temas,
barreras para el ser,
dolores...
No puedo retener a ninguna
y solo ayer de mi boca se adherían,
como goma de pegar
que llegara en una cinta,
brujería,
se hacían ordenadas frente a mi
para que yo las midiera,
les diera en un discurso motu propio,
armara de sentidos y de tonos
en esa guerra eximia del decir...

Estoy en la ventana y las espero,
la calle está vacía y soleada
como si fuera ayer,
como si fuera mañana en la mañana..
deben estar en la mesa de un poeta,
o grabadas por miles
para hacer
de manto o de mantel a un narrador
que busca completar bien su novela...
a qué vendrían hoy
hasta esta mesa
humilde y resabiada,
para qué,
a compartir conmigo la ventana,
sin una cosa seria que contar,
un dolor, una cábala de guerra,
los muertos que allí cerca resucitan
del lado más lejano
o más cercano
de una turbia frontera...

Mis amadas palabras, yo ya sé
que ustedes van y vienen cuando quieren
y nada son de mi,
ni esposas, ni hermanas,
ni madres,
acaso verdaderas en las tardes
de un día mezquino
o azarosas ventiscas de una noche
donde un hombre como yo
por virtud de todo lo que pasa
quisiera regresar sin equipaje
hasta algún tibio recodo
de su infancia...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright © 

La obra pictórica de arriba es de Max Sauco

viernes, 6 de noviembre de 2015

CON LA GUARDIA BAJA.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


TIEMPO ATASCADO



Qué sigue pretérito de inútil maquillaje,
del desatado cansancio que no siento
al asfalto endurecido de la calle,
salvar andamios, sogas aún no rotas
que sirvan luego para poder anudar
este capítulo con el que luego sigue...
De este "entre tanto" ordeño "dos detentes"
para mirar colores renovados
en algún horizonte al que me lleves,
hoy mismo, dime, ¿quieres ir?
cálmame de estas sordas pretensiones
donde sé la pregunta antes de hacerla,
y me asalta la fe descabezada
de que toda respuesta sea falsa...
Llévame a la selva corta entre tus piernas,
al olor a cansancio de tu ombligo,
al norte de tu sur donde dos montes
señalan una ideal felicidad
que se alcanza solo con tocar...

Y luego de avistar tantos pasados
donde nada se mueve y lo comprendo,
poder aglutinar tus elementos
entre mis manos que están algo cansadas;
y ya no poseer, mujer de lava,
dejar que el viento ponga letras, tildes,
para luego leerte este poema
-enteramente tuyo lo confieso-
al oído, como se hace con canciones
que repiten las cálidas noticias
de guerras terminadas y ganadas
donde no hubo heridos, 
no hubo muertos,
ni ciudades caídas en desgracia,
ni niños que quieren olvidar,
no poseer mapas ni memoria,
ni sitios que se pinten de recuerdos.

Y así poder gozar entre tu cuerpo
como gozan los hombres sin vergüenza,
que tienen por religión y compromiso
a una mujer que ayer los hizo dueños
y por virtud de ciencias emergentes
les liberó de alma, piel y mente...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Copyright © 

domingo, 1 de noviembre de 2015

LAZOS CORTOS PARA CUELLO GROSO / Poesía de José Ignacio Restrepo



CUENTO PURO


Lazos cortos
de hebras relamidas por el uso excesivo,
que de mutuo acuerdo ya lucen separadas,
ardidas por el lado bueno
y por el malo deseosas de caer
en un huerto sin siembra,
o en la ruta de un pie
que ya sabe que todo es oropel,
mientras pela una fruta con los ojos
para mandarla al vientre a que sopese
cuánto queda,
si queda...
El número faltante de esta ópera,
la resta del crucial tejemaneje
al que llegamos todos sin saber
y casi sin saber nos vamos
por celeste y usual filantropía...

Derivados lazos cortos
que no sirven para alzar una horca,
ni encorvar un animal que pide amo,
ni unir boca con guilla,
o proyectil con tierra arrepentida...
De los lazos que miden más me esmero
por colocarles asunto, 
y desagravio,
no falta quien se ofrezca de operario
y se espere en un minuto apenas
explicarme el juego y la cadena
para solucionar un no sé qué,
que ayer miró no lejos 
y hoy repitió también...
Suelto los capellanes que se avengan
para salvar a punta de hebra uncida,
todo lo material que ya cayó
y lo espiritual que todavía no nace...
Prometo no advertir
-yo se los dije-
ni avergonzar a nadie que trabaje,
en subvertir lo que hay con su coraje...
pero sé por aguadas pitonisas
de lo frágil, lo corto de este lazo,
no convenzo ya a nadie
con poemas,
y menos con un febril papirotazo
de que vamos colgados de las penas,
y errando el lado en un muy mal correr...
valdría más atarme un escabel
y a una vaca infame sucia y gorda,
para volar cual globo,
antes de predicar con la memoria
sobre la cortedad de lo que queda...
así quizás miraran los presentes
y en la pregunta ¿dónde está el ausente?
descubrieran el único sentido
de estas historias mías,
que en tiempos anteriores llevarían
la rúbrica en el margen,
prohibido,
escrito por aquel que está cautivo
esclavo de una única presencia,
con el espíritu laxo, adolorido,
por no saber qué ciencia,
qué vestigio
conteste su pregunta sin respuesta...


 JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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domingo, 25 de octubre de 2015

SUFRAGAN MIENTRAS VEO.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


ES EL DÍA


Vendimia al ver la calle, 
con gente que se pasea sin mirar
y me toca esculcar 
con mis ojos de instigador viandante
sostengo entre mis iris pares
a esos que me miran sin coraje,
les cuelgan de las ropas el esfuerzo atado,
las riadas de principios que no operan,
los recuerdos que ponen a llorar
y les dejan sin ganas y sin fuerza...
 observar el claroscuro oráculo del frente,
 los muros, el mecánico estupor, 
el nunca miento en los ojos de la gente, 
los recuerdos regados por el suelo 
que traen destilándose hace tiempo
desde el piso del baño, 
desde el lodo que recibe huellas
 de cualquier carnal pasante 
y que hace rato probaron 
con sus botas de campo...
observar sin augurio ni egoísmo
a la vida -esa sincera agonizante- 
sintiendo en el aire este olor a tinta
este olor a escriba, 
y el sudor bajando por las manos 
 hasta el bies cubierto de las nalgas,
 que lucen de apretado ceño
por estar esculpiendo sin parar
en letras este evento...
es día de votar,
sucede como años anteriores,
lento mientras lo miro,
acaso traiga leves sinsabores
o licencias dadas y perdidas,
o luchas ganadas
que no se esperaban...
Acaso, pero mientras solo veo
unos rostros que muestran obligados
que se acercan a cosas conocidas
que siempre dieron malos resultados...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©

jueves, 22 de octubre de 2015

MARES ADENTRO... / Poesía de José Ignacio Restrepo



NIÑO AMOR


Algo de aire...
Tomas impulso y saltas
con gatuna heterodoxia
sobre el charco impreciso de mis lágrimas
vertidas sin medir y a cuentagotas
por buscar en tu piel mis mil deseos
vestidos de franela, jean o frac
durante noches angostas, fiestas diurnas
y ensoñados lugares que inventamos
entre velos y dunas que no estaban
para otros distintos de nosotros
en las lineas y puntos de algún mapa...
Ríes, pareces una niña,
no puedes entender que estés mojada
entera, de los pies a la cabeza,
por mis llantos de jaula,
no puedes entender que aún haya amor
en el camino fangoso que sin huellas
carece de nosotros y el color
que hace posible vivir frías etapas,
que tienen verjas viejas y oxidadas...

Algo de aire te pido
y te retiras,
y yo digo al revés,
ven un momento,
es que tienes mi aire entre tu aliento,
mi mirada entre el silo de tus ojos,
mi camino en la quietud saldada
de tus pies que se alejan
poco a poco...
Dudas, y das un paso hacia mi voz,
y algo cambia, se entera, desdibuja,
tus labores de olvido destacado
que hace rato, mi amor ya comenzaste 
estando aún a mi lado sin estar...
otro paso y escuchas mi latido
serpenteando en tu tosco desafío,
quieres ahora correr hacia la puerta 
que ves desde el reflejo algo abierta,
pero al tomar segura el picaporte
sin querer tocas la niña de mis ojos
que está llorando, 
ordenando lágrimas parejas,
en el suelo, 
de hinojos...

Y entonces solapada te levantas
auxiliando el ropaje de tu risa
para que no se moje en ese lago
de llantos compartidos,
de lugares comunes,
de momentos perdidos...
tal como se levanta a un tierno niño
que sin culpa ha sufrido una caída...
Niña, 
venga lo abraza,
dele de su dolor un poco de aire,
que hable, que explique bien,
que ésto le atañe...
luego viene el abrazo resarcido,
la suma de culpas pingües, una risa,
el beso que allí esperaba, la sonrisa,
y antes de que anulemos lo pasado
bendecimos el gusto a pesimismo,
la sal que ya quemaba nuestros labios
pues justo en ese negro vaticinio,
del beso atrincherado, el negro adiós,
nacía del abrazo no negado,
y la risa suicida
frente al charco de lágrimas del otro,
el niño aventurero del amor
que nunca da un momento por perdido
ni cree que esté roto su juguete,
levanta un poco el habla y al garete
impreca, riñe, canta...y exorcisa
del llanto ayer vertido se levanta
blandiendo entre sus ojos
libertarios
la flecha algo gastada
y ese arco
para herir el dolor que nos ganaba...
y dejar que el amor diga otra vez:
es casa tomada...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©


viernes, 16 de octubre de 2015

CON HAMBRE SINCERA / Poesía de José Ignacio Restrepo


PESCA VANA


Los cuenta sin contarlos
pues no hay,
cien menos cien, más dos 
y menos dos,
tras muchas horas de tirar los hilos;
de los ojos brota solo una,
una triste lágrima juiciosa
mientras mira el vacío sin remedio
como un hombre vencido,
de los brazos cae el aparejo
y se queda callado como piedra 
que en el agua se ha hundido...
El sol mudó su gracia mañanera
y ahora tiene el árido cansancio
que le quedó a sus brazos de remar
buscando qué llevar para la casa
donde con hambre y con fe
siempre lo esperan...

Peces no hay, 
está herido de muerte y de solsticio,
las aves pasan tejiendo una caricia
para que el aire se mueva y le rebuje
esos cabellos escasos por el uso
que el sol ha dado a la piel de su cabeza,
mira la red de nuevo delatora
y casi, solo casi vuelve y llora...
Si el mar no entrega algo de comer
con qué noticia saldar el seco vientre
de sus dos hijos y su mujer 
que esperan
a que termine la tarde y vuelva a casa...

Si el mar no deja la carne entre la red
no tiene voz, no tiene ni silencios,
y casi siente el vello de la muerte
rozando el lodo donde siempre encalla
con sus cansados pies y su alma sucia,
por ser la piel del pescador herido
que no sabe qué hacer o qué decir
si como hoy el mar lo deja solo,
le niega a su misión el fundamento,
maldice cada acoso de las olas
 que en silencio hasta aquí lo han traído,
cada día contado y sin contar,
a este sitio hermoso ya sin peces,
de basura flotante, olor siniestro,
y dolores sinceros que no logran
que el viento sea llanto,
que la red mude sola ese vacío
por peces que le sirvan de alimento.


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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lunes, 12 de octubre de 2015

CON LOS OJOS MEDIO LLENOS DE POLVO / Poesía de José Ignacio Restrepo


MIRAMOS


Miramos derrumbarse nuestra noción de ser
mientras miramos un vídeo muy callados
donde intentan sacar con vida a un niño
de un lugar hecho añicos por las bombas,
juntamos la razón, el desespero, 
luego no queda más que alzar la voz,
los epítetos cortos, y los largos,
y echar mano de la ira y del decoro
mientras halamos al mismo tiempo
el tumor de nuestra humana decencia,
sepultada con él por esas bombas
lanzadas por quién sabe desde el aire...
Y logramos sacar la piel herida,
y los ojos sedados por el polvo
y las manos cortadas por las piedras
y el ser que fuimos ayer vuelto pedazos...

Miramos las imágenes sin voz
tomadas al amparo de la noche,
unos soldados viles - asesinos -
convierten en cadáver a un rebelde
que está apenas armado de su ira
y ya no quiere estar callado y quieto
como un árbol, como un muro derruido,
como cualquier lugar que afuera espera
convertirse en eco de la guerra
cuando caiga la sucia dinamita
y vuelva todo tierra, humo y nada...

Miramos y otra vez, no vemos nada...
Ha partido sin rumbo la noticia
que era parecida a lo que somos,
tenía por verdad una mirada
y la búsqueda mutua de lo bueno,
lo ético era un molde, una tonada,
y el fin acariciaba las conciencias
que detrás de las puertas esperaban
su trozo de jodida humanidad
como fortín en donde guarecerse
de la lluvia y las balas..

Pero nada de eso se ha quedado
en este brusco viraje que nos toca,
hay eso si un gusto por lo magro,
una tendencia a habitar en lo macabro,
y una bondad que ha huido y no se ve...
tenemos silenciada la memoria
y cada rato somos detractores
de esos que se entregan o sucumben
en vez de armar el alma y defender
lo que ya nadie más ahora defiende...
No hay nada en la caja del rescate,
detrás de la mirada nada queda
y en el pecho que late ya no hay vida,
solo un ansia letal y descarada
de llegar como sea hasta la noche
aunque sea estallando la verdad,
pudriendo lo que queda de justicia
y haciendo una mortal caricatura
de eso que antes de hoy
sin ciencia alguna,
se llamaba la vida, mis queridos,
aunque estuviera cubierta de gris bruma...
Y nada prometiera,
justo como sucede el día de hoy...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 

lunes, 5 de octubre de 2015

¿Y LA LÍDER? / Poesía de José Ignacio Restrepo



TRES PALABRAS


Bajaba como a cien, casi con alas, 
sentía el viento bronco congelado
pegándole en la cara sin vergüenza 
como si fuera un ávido astronauta 
y no una atrevida, una ciclista
que conduce su hermoso caballito
color morado azul -sus favoritos-
Tiene fe en llegar en seis minutos
y hace rato dejó de ver el lote. 

Una joven trató de irse con ella
pero su pedaleo incomparable
la dejó regada sin compás 
dos kilómetros hace, muy atrás... 
Muy atrás si, como su pelo largo
que regaló para la mítica campaña 
que la eligió hace un año como reina, 
no tiene cáncer pero ella es lucha pura. 
Atrás quedó Raúl que le dio guerra
pues no puede decir que le dio amor, 
y el árido escozor de no tenerlo
la hace contenida de vigor
y nada para la melancolía... 

Atrasada la gana que de día
la levanta y la sube hasta el rodillo
para hacer los cincuenta cotidianos 
cuando cae la lluvia y aún dormita... 
¡Va a llegar de primera, no lo cree! 
Las lágrimas le brotan de los ojos,
por un momento tapan su horizonte
y luego ve surgir un bulto enorme
y no puede evitar chocar con el...

Es un repartidor de gaseosa 
y alcanza a ver Gloria que es la misma
que les brinda desde siempre patrocinio... 
Ella vuela lejos, parte el casco, 
alcanza aún a pensar que todo es fiasco,
la mole sin poder ver lo que pasa
parte sin dilación su bicicleta
en mitad de un polvero...
En el negro del golpe muere el sol
y la conciencia simplemente cae
como un soldado que sólo requería, 
un poco de paz, para llegar ileso
a su guarida... 
Y acaso ganar si se podía...


Pasa un mes y despierta, gloria a Dios... 
Pregunta qué día a es, y por su perro. 
Y quién ganó ese día, ¿no fui yo? 
Al quedarse otra vez sola en la pieza
llora al ver el yeso  que le cubre
las piernas que antes eran sus dos alas
y luego cuenta lento sus palabras. 
Las que nombran la gente que conoce, 
las que dicen de ella,
las que lleva escritas en el alma... 

Se da cuenta que tiene menos que antes,
un problema angustioso por el golpe... 
Ha olvidado sin más las tres palabras
que la trajeron con vida hasta este sitio, 
no recuerda al amor, su corto nombre, 
tampoco puede dar gracias a Dios
que la tuvo en sus brazos levantada
para que no la pisara por completo
ese carro infeliz de gaseosa
aquel día fatal de la carrera... 
Y la palabra pecado, ya no sabe,
no recuerda que su bello papel
la dejaba después y reparada
en aquello que todos llaman gracia...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright © 

viernes, 2 de octubre de 2015

ERA EXTRANJERO EL ASESINO / no-poesía de José Ignacio Restrepo


LOS DIEZ MUERTOS
DE CHRIS HARPER


Qué diría su horóscopo, qué no...
hoy no tendrás más sed, hoy no habrá sol,
palabras por mortajas y anclas
desde tus tetas de hombre al suelo puro
y otras colgando incluso de tus gónadas
raspando en lineas el impuro suelo negro...
Qué vio por la ventana, qué no vio,
algún parlante pájaro antagónico,
alguna marca atroz
que lo impulsó a cantar a los olvidos
con Dylan por delante y por detrás,
tarareando esos versos prohibidos
con interminables solos de batería
sobre el injusto adiós de los demás,
pintándose a su paso sobre muros
que nunca vio de cerca,
y en esta carta abierta confesó
con esos tiros secos por adiós,
no me importa dos rábanos y un perno
esta cuesta tan larga,
cuando no has caminado ni dos millas...
Qué tendrían tus ojos, y qué no,
se verían entrecerrados hoy
por no dormir las 8 horas completas,
y en meses de no hacerlo se jodió tu pensar 
hasta quedar varado como zapato
de pequeña cenicienta...
Salir a disparar, por Dios,
para llevar de regreso compañía,
no irse a solas volando por los aires
sino juntos quitándose la sangre,
la que pusiste en ellos, que tristeza,
la que en tu pecho abierto dibujaron
los guardas con destreza y con derecho...
no eran salvas, mataste por sorpresa,
a jóvenes que estaban desarmados
estudiando para hacer su mundo
mientras tú terminabas con el tuyo,
qué tendrías doliendo en la cabeza,
cuántas notas de pálido infortunio
y ellos escondiendo su temor
de verse obligados a marchar
sin dar a sus padres
un adiós...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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martes, 29 de septiembre de 2015

QUE SU LUTO ES POR LA VIDA... / Poesía de José Ignacio Restrepo



SEGUNDA HOMILÍA


A qué hora empieza el día
en esta acera vacía,
cuando llegan las palomas a mirar lo que dejó
el señor que miga el pan en la misa de las siete
y que no puede escuchar cuando tocan las campanas
sus cien llamadas a misa
pues es sordo hace diez años...
Allí comienza a nacer el vaivén de la jornada
y la acera es la herramienta para llegar a contar
cuántas cosas pudo dar y a cuántas ayer negó
el dueño de ese bastón o la socia de su chal
que deja allí en una banca el pecado del orgullo
que la abate normalmente como si fuera un ayuno...
Tanto uno como el otro tienen su cuenta de ahorros
como muescas el asfalto por el paso de los autos
y aún piensan sin llegar con el corazón chiquito
cuántas más les deja hoy su destino vergonzoso
pues todo lo que hace daño es golosina a los ojos...
Miran el vaso dorado y elevan el llanto al cielo
y bendicen al remero de este barco y este mar
que toma sin sed alguna ese dulce por dos sorbos
que bendijo con las manos dada su amplia misión 
que no es más que profesión de saberse con permiso,
elevaciones prudentes de esmerado compromiso
que en los huesos de sus manos es como sangre en la frente,
cada palabra es concreta, cada silencio una raya
donde se tiempla la fe como dorado misterio,
que ahora todo lo explica, y más allá solo pregunta
quién de aquellos que llegaron atados de pies y manos,
no celebran hoy por Dios el haberse liberado...
Por la sola exposición ante la sangre de Cristo
que moja todo rincón de este preciado recinto...

Al salir se oyen campanas en la mente dadivosa
retumban en sus oídos que hace tiempo bien no escuchan
y cada uno de ellos hacen un digno resumen
mientras miran esos signos que el suelo están escritos...
Temen no bien llegar a sus casas como siempre
volver sin culpa a pecar, cometer las mismas faltas
que más temprano confiaron al oído de su cura,
¿qué tiene este mundo cruel que los obliga a penar
cuando saben ya el secreto de sin esfuerzo hacer bien?
¿Porqué olvidan que no es esta tierra el domicilio
y que solo por sumar podrán allá regresar
si son puntos elocuentes además de suficientes
y no azadas al vacío?

Contando con su bastón va la anciana concienzuda,
le falta sumar un poco para restar de su deuda,
que no vea la mano izquierda a quien da de caridad,
ya está bien de contemplar esos defectos humanos
que son simplemente eso, como callos en las manos,
las suyas siempre se aferran al nudo de su bastón 
que como pena olvidada evita que caiga al suelo,
para los otros un palo para ella su cuaderno
donde escribe sin faltar cuánto pagó de su duelo...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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lunes, 28 de septiembre de 2015

CARIÁTIDE QUE CUIDA Y DA LA VIDA / Poesía de José Ignacio Restrepo



BIEN POR MAL


Cultos hay que se acaban como foco quemado,
como semen lastrado sobre ocre baldosa
color cuero sin piel, porosamente fiel 
y entre gozos y lazos en desorden siempre
que hacen votos por caminar poco y de lado,
esos cultos sin dios piden rezos que no sean gastados
como esos que no de las cariátides
que cuidaban el lejos para ver llegar el cerca,
y buscaban sermones acabados cuando vientos pasaban
aunque fueran de esos que la guerra
mandó a levantar entre olas falsas,
puros mares postizos y sin mapa
que no tienen azul o gris o blanco 
sobre ellos y sus mágicos rizos,
solo negro nadando cual venganza...
Empedrado el infierno en buenas causas,
de tanto hecho pasado que llegó
al presente formado por arenas
en pegajosos islotes y desiertos
cuyos nombres rayados muestran como
nombrar solos deseos que van juntos,
inmensos líos finos entre cuerpos puestos
en par muy bien atados 
por magia limpia y sin mal desde los sexos,
diremos que convergen en el frío
para llegar bien asidos al verano,
y entre las traviesas manos el olor
transido de todo lo que calma,
menos las causas que mienten y el rencor
que a solas dicen tener
por quien les falta...

Y entonces llega la voz aseverando
que esos dos que riñen ahora mismo
mirando el pecho que hieren,
solo un segundo después dirá que callen
poniendo orden cual cura de La Salle,
mientras un ángel sin rostro ni sentido
al mismo tiempo que silencio hacen
les da conspicuo empujón,
sin ton ni son,
poniendo al uno torpe sobre el otro,
como si fueran dos niños...
y entonces se oye el himno primigenio,
que pone sal en los cuerpos si el sudor
exalta en la mirada ese deseo
que como rezo sin dios busca salida,
se cae el frío que vivía ayer
haciendo charcos sobre el largo piso
y en el abrazo gozoso muere el ay
que pronunciaban sus bocas dolorosas,
pensando que era el dolor su cruel destino...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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jueves, 24 de septiembre de 2015

SE VALE BEBER A SOLAS Y ESCRIBIR... / Poesía de José Ignacio Restrepo



CON TRES RONES O CUATRO



Y lavarnos la cara
con las manos abiertas y el coraje
de sabernos perdidos y encontrados
larvados y sin culpa renacidos
después hechos de alas, enlutados
dentro de ese fatal mariposario
que no prueba que antes fuimos cielo...
Si, cielo,
o por lo menos nubes anchas
donde late la vida entre la muerte,
puros granos de grises y de blancos,
granizo que no sabe qué cosa es,
cada uno pendiente del que sigue
como liso brocado
que está unido a la espera de la suerte
de caer o fundirse,
de volar entre aguas destiladas
como manos lavadas,
cuando ayer dije yo era mañana,
con las manos cortadas y perdidas
donde ensayan las guerras descaradas,
dilatadas y ansiosas las palabras
sobre el blanco de la nieve golondrinas,
que dice ser la página
y es sol la pared de la cocina...
Y las larvas que tienen alas nuevas
por bien perseverar en esta lucha
expuestas en un largo tendedero
mirando como avanzan las hormigas
en la tierra sin suelo...
Mirarme como muerte breve,
relampagueante, atormentada, nívea,
en los vidrios del fondo de los ojos
que se visten de mimbre atragantado
siempre ido del todo por la parte,
de si mismo fatal y no hermanado,
de si desalojado
mientras mira a un lado y luego al otro
 el suave rastrojo ya amarillo
cortado para que alguien coma,
las vacas que murieron a la espera
de un pintor que venía desde lejos
para hacer inmortal este escenario
a las dos de la tarde en pleno abril...
Y pasarme el trapo humedecido
contando mientras las cosas por hacer,
no se venga el olvido
-ese fantoche-
y me entibie el oído y se me vaya
lo primero en pos de lo segundo,
lo urgente sin tener lo necesario,
como tantas veces le ocurrió
al que antes de este que respira
decía que era yo...


JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
Copyright ©



lunes, 21 de septiembre de 2015

TACTOS TRISTES.../ Poesía de José Ignacio Restrepo




CALENDARIO


De esos días silenciosos,
como hoy, si,
como hoy,
conventuales, introitos,
hechos de ajenas cuitas y caros recuerdos,
de palabras resbalosas y viajes a cualquier parte
en donde no existe puente seguro
porque no sabes para dónde vas...
Interpelado por simientes nuevas
de preguntas hechas desde siempre
decido sin hacerlo hacer silencio
y pegarlo en todo mi extramuro de piel
esperando mude la fecha o la pregunta
pero sin esperanza,
sabes,
he envuelto en hoja de palma dignidades
que ahora no valen ni pintadas
mientras cocino fiambres renovados,
para cantos osados
orando por llegar a algún lugar
sin mudar a la fuerza de prestigio,
y locuazmente hago mi trabajo
de servir de lacayo a musa antigua
que no me da la cara
sin embargo...
En estos días,
circunloquios entre arena de desiertos,
pintando cardos de infinita soledad
con sus púas pacientes,
si señor,
por que es hoy mañana, o más allá
la misma desventura en la ventana
huyendo de preguntas medio hechas,
y las manos juntando diez tragedias
para ir a pintar...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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sábado, 19 de septiembre de 2015

OTRO VERSO DE AMOR.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


ODA DEL PEREGRINO


Me descubro desatado
de mis rieles gastados por la vida,
en este día de atroces confusiones
en que hablamos de todo con dolor
y queda mal ser tan positivos,
cuando llegan los temas de revista
y el alcohol es un bien tan necesario
como el pan en la mesa
y el olvido...
Atareado en el pasar del aire,
en la marca de alumna y profesor
sobre el cansado piano,
y ese baile entre lánguido y cercano
de ese pingue gorrión en la ventana,
que ayer nada más comió en mi mano
y hoy se hace el rogado...
Me descubro sin ella
casi nuevo,
con mis manos varadas y remisas
recordando el vaivén de los ayeres
y este tórrido hoy donde no está,
cultor de la aventura de quererla
a pesar de pesares
míos, de ella,
tengo alas que esperan a que llame
y mapas que despliegan cualquier ruta,
y cero equipajes en el pecho
 e intacta la piel,
descubierto en el celo de acordarme
ofrezco lo que tengo para ir
a sitiarla sin miedo con mi sed
hoy, ya mismo, esta tarde,
en que he descubierto una vez más
que es mi norte, mi sur,
mi lanza de combate,
mi estandarte...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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martes, 15 de septiembre de 2015

CUANDO ALGO SE PIERDE.../ Poesía de José Ignacio Restrepo


REPESCA


Y en la suerte 
de guardar cada emoción
en la sucia bodega detenida
que a un lado y a otro vidrios tiene
pero no se ve nada,
convertido en un árbol de mil ramas
ardo en ganas de mucho más crecer
hasta entrar a la casa y llenar todo
borrando mis recuerdos resurgidos
que detenidos miran
sin hablar
al que soy y al que fui
sin diferencia...
lajas puestas que falsamente brillan
- pues no hay agua, ni llueve y nadie llora -
Antes de hoy 
era arte la actuación
y decente era mentir en la acrobacia,
un segundo después cae el telón
y la gente del circo ya se marcha,
detenido el trapecio malherido
simplemente se mueve con el viento
pero cierto es que viaja a la bodega,
a dormir con todo lo demás,
con las sogas, los puentes, los afectos,
la tensión de los lunes y los viernes,
el tarot incompleto,
mis anillos,
la colección gastada de lociones,
los mensajes grabados del teléfono,
y las fotos de ella ya roídas
por las idas y después por las venidas,
y yo tengo de nuevo las ventanas
para ver qué sucede en fin de marzo...
pero duele quedarme
sin recuerdos
y voy a la bodega para ver...
mas ya es tarde, el tiempo es pura llama,
evidencias de fuego que no cesa,
unas fotos quemadas en las puntas,
y el remanso ya seco de mi rostro
donde antes las cosas descansaban
y de lado un poco lo que fui...
La bodega vacía dice bien
que todos los recuerdos se marcharon,
o andan escondidos
como niños,
para darme otro día la sorpresa...
con afán vuelvo ya sobre la mesa
para comer por fin el desayuno
y reclamar mi vida cotidiana,
un poco de trabajo, algo de amor,
poesía tendida por el suelo
esperando que vaya
por mi anzuelo...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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miércoles, 9 de septiembre de 2015

LAS MANOS DESTILADAS EN TU PIEL / Poesía de José Ignacio Restrepo



TRASIEGO


Y al final del día
me pongo de pie y hago diez cambios...
cierro la ventana que está abierta,
cambio el lugar de estancia de la cama
para que yo acostado siempre vea
las hortensias del patio,
los muros encalados hace tiempo
que hoy desgajan a mi gusto la pintura
para decirme callados cuanto afecto
tienen por mis ateridos cuidados
aunque hoy
una vez más
sean silencios hablados del ayer,
sonidos cabizbajos y tunantes,
de extravíos saldados,
estandartes...

Tomo un trapo casual que dejo alguien
y lo mojo del agua acantonada
que la lluvia dejó en una matera
para ir por el polvo desatento
que tiene nuestros nombres pignorados
como teclas de viento rimbombante
sobre ese piano viejo
que no sirve,
y lo paso sencillo con cuidado
como me has inculcado tantas veces...
hago cambios,
levito sin cesar en tus recuerdos
que yo no propicie, pero viví
como ave en tu cielo,
y me doy cuenta que todo lo que tengo,
la mesa donde escribo,
ese librero,
los bártulos que están en la cocina,
la cama, el afiche del tranvía,
el ciento por ciento de este cuarto
que predica amor por donde mire,
el pasillo que afea lo divino
por las feas baldosas ya quebradas
y las pareces mudas sin un cuadro
y la puerta
de aldaba...
todo,
que es la mancuerna de lo nuestro
dice de vos y yo los padrenuestros
que jamás delicadamente oramos,
y entonces estos cambios los defino
como cosas que pasan,
el deseo de ver a las hortensias
con sus pájaros
nobles visitantes,
y olisquear otra vega de la casa
para ver si se mudan los recuerdos
de este lado de acá...
y visito un solo instante nuestro
que sentó nuestras sombras con tenaza,
o rayó el pedernal de un plato nono...
o perdió su pudor trascendental
en un sitio
olvidado
de la casa...
 y muevo dos centímetros al sur
el espejo que vio siempre lo nuestro
sin decir para afuera lo de adentro....


JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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