jueves, 23 de octubre de 2014

Y LOS HIJOS SIN PADRES, SON LOS HIJOS DE TODOS / Poesía de José Ignacio Restrepo





Como no sé de tí heroína sincera,
vergel de mis mocedades,
mi ángel protector,
en las villas que veo donde pongo mis pasos,
allí donde escacean lentos besos y abrazos,
maternal y elocuente tu vida me acompaña
a pesar de ser yo ya un fruto bien maduro,
pongo apuesta a la vida para que ella te guarde,
y me invento oraciones al Dios que me cobija,
para que solo Él diga el momento y la hora,
en que tu aval benigno
sin más nos abandone.

Y los niños que crecen
a la buena de Dios,
que reclaman vestigios de los tiempos mejores,
que no tuvieron propio ese riego vibrante,
ese hacer de bondad que tiene toda madre,
pues retoñen de si y en los ojos primero
ese fuego que ama a todo el que se cruza,
a todo lo que vive, a todo lo que habla,
ese fuego que quema
pero no incendia el alma.
 
Que retoñen amores
y no rencores vivos,
que la vida ha de darles sin remilgo ni queja,
en algún punto bello de un mapa no trazado,
a todos los crecidos lejanos de una madre
la respuesta precisa,
los bienes merecidos...
En el sol aún de invierno la tonada sutil
la prueba de verdad, los amores ganados...
la cara de su madre
en la faz de su amor...
 
 JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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