martes, 3 de junio de 2014

EL AMOR RENACE / Poesía de José Ignacio Restrepo


DE FRÍO A CALOR


Los himalayas sembrados en tu piel
que ponen gemelos dolores en tu pecho,
me congelan, amor, de solo verlos,
no fui yo,
o si,
pero no solo,
tengo tiempo de herirte con los míos,
y al sur de nuestros juegos prohibidos
no siento ya tus manos ni tu prisa,
amadas geografías
que enteras en el pasado localizo
más no hoy,
apenas rejurgitando cantos nuestros,
 un solo de mis recuerdos verdaderos
en un teclado incompleto
de un piano que no toca,
y está en algún local desconocido
en una fila incierta
con el pedido de ser pronto reparado...

Las canas que en mi pelo llevo uncidas
me dicen desde arriba que me calle,
cuando entras por la puerta
sin tu voz,
con el suéter atado sobre el talle,
qué le digo, rencor, para que escuche,
de que me río, risa, para que hable,
con qué tímido, afable gesto mío
que reconozca fiel aquí y ahora,
puedo hacerla olvidar
que a esta hora,
precisamente ayer salió a la calle,
y no tuve noticia para dónde,
qué puedo yo callar para que oiga
y pueda sin rencillas recordar,
que no es obligación estar acá
y menos ser mi amada concubina,
si no tiene el deseo
mejor ya,
te ayudo con las cosas vida mía,
o quieres tú quedarte,
me voy yo...
Un silencio completo en un adiós
que no llega a pasar factura plena,
pues llega en ese abrazo somnoliento
el más hermoso gesto
que recuerde,
en un paracaídas para dos,
abrazo milagroso en dos minutos
tocando por pedido nuestro piso
y ardiendo en nuestras bocas un permiso,
que llega hasta la cama en cuatro pies
atando piel con piel exactamente,
dando vida sin mínima palabra
al manto de un nuevo y bello compromiso,
fundiendo el Himalaya simplemente...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO 
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