miércoles, 2 de abril de 2014

FARDOS QUE NADA PESAN / Poesía de José Ignacio Restrepo


LOS ECOS


En el medioevo sabido transitorio,
de la vida que a diario muele y nombra
lo hecho, pero más lo ya olvidado,
los brillos se van alzando porque sí,
luego merman, incólumes trasmutan
éso que lleva el sello de tu piel
o el agasajo espeso de tu olvido...
Sendos alcázares antes levantados
el tuyo, el de tu musa, el de la voz
comparten el camino que va al agua...
Ecos miman la hierba, el aire bajo,
y entre ese bello sendero sin igual,
brotan tus letras blancas como nácar,
inesperadamente como hijos
que hubieran salido solos de la casa
para llegar sin ti a otro lugar.

Los miras resistiéndote a creer
que el eco antagonista que producen,
alguna vez fue arcilla entre tus manos,
ajenos se perciben sus gracejos
y lo que queda ahora es el pellejo,
que paternal ya puedes recoger...
Mustiado está el afán de procrearlos
y ya es pasado el momento que dio vida,
el artefacto inmenso que no vemos
se sirve de tu don para nacerlos,
por éso en su belleza te parecen,
extraños, ante ti protuberantes,
pero son ecos vivos, solamente,
el aire que los trajo se los lleva,
de nuevo queda solo el creador
y comprende el sentido de la vida,
que no es otro que ser, que continuar,
desprendido de origen y destino,
con fuerza o material debilidad
poder días juntar sobre la base,
con la promesa impecable de entender
cómo llegamos vivos al final,
con los ecos de todo ya alma adentro,
y las ganas de ver un nuevo invierno...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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