ENTRE INOCENTES
Hay una perfección inusual, oscilante,
que nadie juzgaría proviene de Mefisto,
brilla como eslabón macerado con sal
enviado por Legión tras un macro pedido,
y por eso pensamos los aliados a Cristo
que no es de Lucifer, que no viene de abajo,
cuando le es concedido al que hace lo malo
y pide un campo más, un día de perdón,
y por vana razón se le es concedido
pues hasta él mismo sabe
que ya es caso perdido...
Roto para la enmienda,
entrabado en lo adverso,
sus pedidos al Malo, señor de los Oscuros,
llegan tan oportunos,
como signos de luz,
y le llenan los ojos rojos de ardida muerte,
provocando sin más una insana sonrisa
llegan tan oportunos,
como signos de luz,
y le llenan los ojos rojos de ardida muerte,
provocando sin más una insana sonrisa
pues de antes conoce, a veces lee a Cronos,
quienes son los de él y tras de él corren siempre,
un día que conceda son diez sendos pecados,
acaso muchos buenos cayendo en algún lado,
y por éso esta guerra que luce mal pactada,
que a veces maldecimos por no ser bien ganada,
tiene todo de ley, de razón, y de asiento,
al que pide otro día Belcebú se lo cede,
le suma en falsa alforja diez deseos zanjados,
no le dice entre tanto cuando vuelve por él
y solo exige males,
soterrados y crueles,
que cometa por cientos, a diestra y a siniestra...
Mientras caen los buenos ganándose su sitio,
perdones no se agotan, ni se restan las gracias,
aunque mueran acaso sin pedir otro día
la obra del Altísimo que parece ausente,
se completa en el malo cuando gana el perdón,
en otro que a su mano vierte su sangre íntegra,
desde Ariel a Legión, sus dolores conmueven
sobre todo al saber que no puede ese mal
pues el Bien le ha ganado
desde siempre a satán...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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