DESDE EL LADO DE ACÁ
Desdoblada virtud que en lejanías
aturdida se muestra sin barniz,
recubierta de cuerpo en piel brillante,
hablándole del aire a la pasión,
con el rojo diciente y sin recelo
que le muestra en su tono la dicción
y en las venas brotadas su gran celo...
Lujuria es lo que ya tuvo bautizo,
lo que me trajo y me envió ya entrelazado
a tus ojos azules de soslayo
y tu ropa adherida sin rencor,
a ese sello de oro en el ocaso
que no respeta nada y todo enturbia,
que opaca lo brillante, y enrojece
lo pálido hasta ayer,
lo que promete
dejar de ser escrúpulo en la piel
y pecado sin nacer del entrecejo,
principios, rezos, metas, indulgencias,
máscaras para no dejar vivir
a los que traen bronca para hacerlo,
y no descuartizaron su interés
en mediar a rabiar entre los medios...
Dejá tullido el nombre si se llama
mirada de juzgar, y san quintines,
dejá sin aldabón la puerta extraña
que tocada a la fuerza desde adentro,
le erija a la virtud un monumento
tildando al vividor como canalla,
porque alcanzó el placer en una raya,
y la vida en ese orgasmo pleno,
aunque ella no fuera ni una dama,
ni la mamá de sus hijos,
sino otra,
y él solo fuera el nudo en su badana,
que hecha de cicatrices mercenarias
dejar de ser escrúpulo en la piel
y pecado sin nacer del entrecejo,
principios, rezos, metas, indulgencias,
máscaras para no dejar vivir
a los que traen bronca para hacerlo,
y no descuartizaron su interés
en mediar a rabiar entre los medios...
Dejá tullido el nombre si se llama
mirada de juzgar, y san quintines,
dejá sin aldabón la puerta extraña
que tocada a la fuerza desde adentro,
le erija a la virtud un monumento
tildando al vividor como canalla,
porque alcanzó el placer en una raya,
y la vida en ese orgasmo pleno,
aunque ella no fuera ni una dama,
ni la mamá de sus hijos,
sino otra,
y él solo fuera el nudo en su badana,
que hecha de cicatrices mercenarias
no pueden contar como él al fin y al cabo
sino las aventuras virulentas
de un hombre de si mismo forastero
de un hombre de si mismo forastero
y de la vida sin más enamorado...
JOSÉ IGNACIO RESTREPO
• Copyright ©
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