viernes, 9 de noviembre de 2012

SOLO DIVISO.../ Poesía de José Ignacio Restrepo



TRES PALABRAS


De esas tres os quisiera platicar,
las reptantes, las cálidas y las otras,
las hirientes sin razón
por ser tan obvias,
que cual armas de defensa para hacer
lo que antes hacían puentes levadizos
o murallas altas, infranqueables,
con la citada intención de disolver
como azúcar a otros entre el agua,
usamos como amos esclavistas,
o ahorradores del amor, 
latifundistas...
Casi siempre
empezamos cabalgando
con esas subalternas de lo dado,
como culebras bajo sábanas
que hieren,
lanzamos desafiantes las palabras 
en ataque petitorio y por sorpresa,
los términos cercanos al oprobio,
como iniciales muestras
de que hay
el poder para amar o para odiar,
y que tenemos prestas al alcance
las más hirientes y pulidas,
sin coraje,
yo te doy, tu me das,
apalanquemos,
las palabras en vertidos malabares
y no nos ignoremos en silencios
que como barcos cansados luego encallen
sus cascos reforzados, indomables,
tirados por el viento y telas blancas,
en playas enmudecidas y sufrientes,
donde se queden solas nuestras bocas
sin el otro
que era todo lo presente...

Nos dicen desde allá
nuestros gemelos
con señas que pretenden que entendamos,
¿ves? ...no dijeron lo que era,
dejaron el asombro por entero
en la mente y el pecho del amado,
pudiendo esclarecer
nunca lo hicieron,
y ese lerdo momento se pasó
asombrados tiraron el fajín
buscando regalar piel o metralla,
consonantes y vocales bien abiertas,
como puertas que explicaran o cedieran,
con reptantes, con cálidas o hirientes,
para luego en un instante regalar
inducida y sin aliento
a la invitada,
la palabra del amor,
la golosina de sal...

Cual conserje 
de esmoquin y librea,
qye no tiene edificio que cuidar,
arden esas que dejaron de decir
en la urgencia por ganar
un arrebato,
lo que estaba 
en el borde de sus bocas,
necesario de hablarse de algún modo
aunque hiriera primero o diera ira,
todo puede enmendarse,
luego haces ese tibio malabar
por el amor lustrado,
en antifaz,
que pasara de una mano hasta la otra,
la siguiente, corazón,
está en las bocas...
recordando que el tramo que caminan
es lecho de amor,
casa de dos...

JOSÉ IGNACIO RESTREPO
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