sábado, 29 de septiembre de 2012

A ESE MAGO, ESPIRITUAL HIJO DE TEMPERLEY


ESTAS PALABRAS


Yo no sé de dónde vienen
las palabras que escribo,
ni sé hacia donde van,
solo sé que no son mías,
aunque eso me digan:
ninguna de todas,
salvo esa voz
que uso para evocarte.

¿ Cómo podrían ser mías
todas esas palabras
que van de boca en boca ?

¿ Es acaso el viento
dueño de los vencejos ?

¿ Es dueña la brisa del mar
del canto triste de las gaviotas ?

Yo solo escribo voces que oigo,
grafismos que recuerdo,
como dan su reflejo los espejos,
o da la flor su aroma al viajero.

Como tú me diste una sonrisa,
sin que yo te pidiera nada.

Solo soy dueño aparente de unas sombras
que el sol dibuja con mi cuerpo
a ciertas horas,
eso es todo lo que poseo,
sombras de lo que será ceniza un día,
calladas y remisas
como grillos ocultos en la grama.

¿ No es del músico la nota de violín
que arrancaban al silencio
los dedos de Cynthia ?
¿ o de la cuerda que roza
el arco y suspira melancolía ?

Algún día
( quizás el último día )
entenderemos que no tenemos nada
y solo somos pasajeros
dueños de esencias intangibles:
ecos, sombras, memorias
miradas y voces,
gotas de rocío al sol de la mañana.

Y nos creemos tanto...
banderas de jactancias izamos,
jinetas de méritos supuestos,
y banderines orondos en las jarcias.

Y conjugamos "tener" con prepotencia
ignorando que todo es en esencia ajeno.

¿ Cómo podrían ser mías esas palabras ?

Voces que evocan lejanas fantasías
piedras que nunca vi, flores que nunca olí...

Mírame bien, mañana no estaré.
esa es mi alma,
ser un perpetuo viajero.
camino a través del tiempo
y nunca atraso, ni acelero,
no es lo mío estar ahí ( da sein )
y soy por naturaleza
desconfiado del porvenir,
ése que tanto se jacta
y todavía no ha llegado.


Junco que mece el agua.
tallo que silba en el viento.

De paseo en este mundo de portentos,
de gira por el mar de tu boca,
náufrago de arroyos de tu vientre,
sereno de tu frágiles duermevelas
camino sobre el fino hielo
jugándome en cada paso la vida.

A veces me muero, todavía
no aprendí a ser eterno;
pero nadie se muere siempre,
aunque se muera cada día.

Pero no son mías estas voces
aunque mi boca las diga,
las hallé deshiladas en un sueño,
y ella se abrojaron a mi vida.


Luis María Lettieri
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