miércoles, 29 de septiembre de 2010

UNA VOZ DEFINITIVA, PERENNE / LEOPOLDO MARECHAL


CREDO A LA VIDA



Creo en la vida todopoderosa,
en la vida que es luz, fuerza y calor;
porque sabe del yunque y de la rosa
creo en la vida todopoderosa
y en su sagrado hijo, el buen Amor.

Tal vez nació cual el vehemente sueño
del numen de un espíritu genial;
brusca la senda, el porvenir risueño,
nació tal vez cual el vehemente sueño
de un apóstol que busca un ideal.

Padeció, la titán, bajo los yugos
de una falsa y mezquina religión;
veinte siglos se hicieron sus verdugos
y aun padece, titán, bajo sus yugos
esperando la luz de la razón.

Fue en la humana estultez crucificada;
murió en el templo y resurgió en la luz...
¡Y, desde alli, vendra como una espada,
contra esa Fe que germino en la nada,
contra ese dios que enmascaro la cruz!

Creo en la carne que pecando sube,
creo en la Vida que es el Mal y el Bien;
la gota de agua del pantano es nube.
Creo en la carne que pecando sube
y en el Amor que es Dios.
¡Por siempre amén!




DEL AMOR NAVEGANTE



Porque no está el Amado en el Amante
Ni el Amante reposa en el Amado,
Tiende Amor su velamen castigado
Y afronta el ceño de la mar tonante.

Llora el Amor en su navío errante
Y a la tormenta libra su cuidado,
Porque son dos: Amante desterrado
Y Amado con perfil de navegante.

Si fuesen uno, Amor, no existiría
Ni llanto ni bajel ni lejanía,
Sino la beatitud de la azucena.

¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!
¡Oh círculo apretado de la rosa!
Con el número Dos nace la pena.




DEL ADIÓS A LA GUERRA



¡No ya la guerra de brillantes ojos,
La que aventando plumas y corceles
Dejó un escalofrío de broqueles
En los frutales mediodías rojos!

Si el orgullo velaba sus despojos
Y el corazón dormía entre laureles,
¡Mal pude, Amor, llegarme a tus canceles,
Tocar aldabas y abolir cerrojos!

¡Armaduras de sol, carros triunfales,
Otros dirán la guerra y sus metales!
Yo he desertado y cruzo la frontera

Detrás de mi señora pensativa,
Porque, a la sombra de la verde oliva,
Su bandera de amor es mi bandera.




NOCTURNO



En el gastado corazón del Tiempo
se clavan las agujas de todos los cuadrantes.

Hay un pavor de soles que naufragan sin ruido:
la noche se cansé de enterrar a sus mundos.

¡Llora por los relojes que no saben dormir!
Las campanas se niegan a morder el silencio.
Tras un rebaño do horas
gastaron sus colmillos de bronce las campanas...

¡Ahora comprendo el viaje de tus cosas!
El sol ya no quería romperse en tus banderas.
Para mullir tu fuga, en el camino,
se desplumaron todas las águilas del viento.
Tus pasos clavetean
un gran tapiz de lejanía...
Son pájaros furtivos tus recuerdos:
amaban grandes ríos arbolados de muerte.

¡Estuche de palabras
donde guardar el roto muñeco de los años!
Nuestras anclas no muerden el fondo de las horas.
Los péndulos cabeceantes
dibujan negativas en la noche.

¡Tierra que nunca se gastó en mis pasos!
¿Qué historia contaremos a los días?
¿Cómo arriar el velamen
de las mañanas, ávido remero?

¡Todo está bien, ya soy un poco dios
en esta soledad,
con este orgullo de hombre que ha tendido a las cosas
una ballesta de palabras!

domingo, 26 de septiembre de 2010

DESCENSO DE LA LEJANÍA / VERSOS DEL PASADO DE JOSE IGNACIO RESTREPO


ODA AL REGRESO
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Cuando olvide los verbos bellos
y los justos adjetivos se me escapen,
entre el collado de algún día torpe,
y no vea la magia de tus ojos
porque estoy mirando el suelo como idiota,
cuando me escurra de tu amante abrazo
como un niño malcriado,
recuerda que te hablé del viento,
de sus anárquicas rutinas sin sentido,
que te narré de las afugias de Marte
ennobleciendo el rito de la guerra,
y corrí contigo por un parque
de algún puerto perdido del mapa,
riendo porque era París,
era Asunción o Leningrado,
y era igual estar aquí o allá
si se estaba contigo…

Rememora
cuando llegue adusto,
con mis manos y mis ojos
alzando muros de tedio
y esté tan hosco y silencioso,
que pienses para hablar dos veces…,
que he sido la risa de tu risa,
el ancho y el alto de tu cielo de ilusiones
el río manso donde tu has bebido …
Y entre tanto vas y vienes
de esos días perdidos entre el tiempo,
tolera que me calle o llore
que me esconda en mis manos de tus ojos,
o que riña de más…
simplemente es que vuelvo de la vida
esa amarga,
esa ciega,
esa perpleja,
que me ha atado por horas a tu ausencia
donde no estabas tu…

 
LAS PREGUNTAS PERFECTAS
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El mar era salado, hostil…amenazante…
El viento era violento,
violento y frío
digno hijo de la noche,
las calles tan desiertas
eran solo caminos,
con gente enferma de cansancio y hastío…
El cielo era innombrable,
lejano,
inconsistente,
absurdas luces insensatas
que nadie puede alcanzar,
tan solo eso eran las estrellas…
¿De donde brotas?
El mar es insondable,
habitante de todos mis azules,
el viento es melodía,
eterno mecedor de los follajes,
dios perdido de pájaros y musas…
Las calles,
las calles son vertientes de mis ríos,
que de ti vienen,
que hacia ti van…
El cielo,
el apodo de mis sueños,
almíbar que conservo entre mi boca,
cuando veo tus ojos en mi mente,
desertando de mis arias de guerra,
que tarde a tarde se escuchan,
azuladas formando
de nubes  que oscurecen,
resucitan,
los millones de bellas lentejuelas
que allí anidan…
¿De donde brotas?
¿De que paraje de magias tomas vida?
¿De que soy hecho,
por ventura,
que me amas?

BALADA DEL CALLEJÓN
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Siente a esos que corren,
en la noche…
Tu corazón palpita
y tu mente viaja rauda en su socorro
sin saber si dañaron a alguien,
ignorando
porque ni sombra llevan consigo…
Mientras los pasos se alejan,
piensas en los bordes de las ansias vencidas,
los restos paganos
prendidos del favor de tus ojos,
que no pueden dejar de bañarse
ni en las sutiles rutinas del día
o con el vacío ansioso de la noche…

obras de JOSÉ IGNACIO RESTREPO
Todos los Derechos Reservados



sábado, 25 de septiembre de 2010

UN LLAMADO DEL SIGLO XX / DE LUJO, T. S. ELLIOT

Los hombres huecos



I

Somos los hombres huecos
Los hombres rellenos de aserrín
Que se apoyan unos contra otros
Con cabezas embutidas de paja. ¡Sea!
Ásperas nuestras voces, cuando
Susurramos juntos
Quedas, sin sentido
Como viento sobre hierba seca
O el trotar de ratas sobre vidrios rotos
En los sótanos secos
Contornos sin forma, sombras sin color,
Paralizada fuerza, ademán inmóvil;
Aquellos que han cruzado
Con los ojos fijos, al otro Reino de la muerte
Nos recuerdan -si acaso-
No como almas perdidas y violentas
Sino, tan sólo, como hombres huecos,
Hombres rellenos de aserrín.


 
Sweeney entre los ruiseñores
 
 
"¡Ay, herido estoy por un golpe mortal! "
ESQUILO, Agamenón
 
Sweeney, cuello simiesco, separa sus rodillas
dejando colgar sus brazos para reír,
listas de cebra a lo largo de su mandíbula
dilatándose hasta ser manchas de jirafa.

Los anillos de la luna tormentosa
se deslizan al poniente hacia el Río de la Plata,
la Muerte y el Cuervo se desvían arriba
y Sweeney custodia el pórtico encornado.
 
El tenebroso Orión y el Can
están velados; y apaciguados los estremecidos mares;
la persona con capa española
intenta sentarse so bre las rodillas de Sweeney
 
pero resbala y tira del mantel de la mesa,
vuelca una taza de café,
se recompone en el suelo,
bosteza y se sube una media;
 
el hombre silencioso vestido de castaño moka
se deja caer en el alféizar de la ventana y boquea;
el camarero trae naranjas,
bananas, higos, y uvas de invernáculo;
el vertebrado silencioso de traje castaño
se contrae y reconcentra, se hace a un lado;
Raquel née Rabinovich
arranca las uvas con garras asesinas;
ella y la dama de la capa
son sospechosas, se supone están aliadas;
en consecuencia el hombre de ojos pesados
rehúsa el gambito, demuestra fatiga,
abandona el cuarto y reaparece
asomado a la ventana, encorvándose,
ramas de glicina
circundan un rictus dorado;
 
el anfitrión conversa con alguien impreciso
al lado de la puerta,
los ruiseñores cantan cerca
del convento del Sagrado Corazón,
y cantaron en el bosque sangriento
cuando Agamenón dio alaridos,
y dejaron caer sus líquidos residuos
para mancillar el tieso, deshonrado sudario.
 
 
 
El primer coro de la roca

 
Se cierne el águila en la cumbre del cielo,
el cazador y la jauría cumplen su círculo.
¡Oh revolución incesante de configuradas estrellas!
¡Oh perpetuo recurso de estaciones determinadas!
¡Oh mundo del estío y del otoño, de muerte y nacimiento!
El infinito ciclo de las ideas y de los actos,
infinita invención, experimento infinito,
trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud;
conocimiento del habla, pero no del silencio;
conocimiento de las palabras e ignorancia de la palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios.

¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?

Los ciclos celestiales en veinte siglos
nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo.
 
 
Conversación galante

 
Yo observo: «¡Nuestra amiga sentimental, la luna!
O quizás (es fantástico, confieso)
puede ser el globo del Preste Juan
o una vieja y abollada linterna colgada en lo alto
para alumbrar a los pobres viajeros en su angustia».
Y ella entonces: «¡Cómo divagas!»
 
Y yo entonces: «Alguien urde en las teclas
ese exquisito nocturno, con el cual explicamos
la noche y el claro de luna; música que agarramos
para materializar nuestra propia vacuidad».
Y ella entonces: «¿Te refieres a mí?»
«Oh no, soy yo quien soy inane».
 
«Tú, señora, eres la eterna humorista,
la eterna enemiga de lo absoluto,
¡dando a nuestro vago humor el más leve giro!,
con tu aire indiferente e imperioso
para refutar de un golpe nuestra loca poética».
Y «¿Pero es que hablamos tan en serio?»

ALLANADAS LAS CLÁUSULAS, BIENVENIDA POETISA / PRIMERA VISITA DE VERÓNICA VICTORIA ROMERO




El Verbo sana, 
aclara, 
 naufraga...
¡Embriaga! 
El Verbo en mi tinta 
cicatriza el tajo asumido, 
el dolor más temido, 
el puente distante conocido. 
¡Letra es Destino! 
El Verbo en aquella saliva 
no es más que polea que esclaviza, 
no es menos que latigazo que se eterniza... 
¡Esa saña me inmuniza! 
El Verbo no es ni fue nunca el paraje 
deshabitado donde anclar una mentira. 
No puede deshacerse la Palabra 
en remiendos y esconder sólo una tira. 
El Verbo, tan vasto en significado, 
no puede ser más que un cántico de amor... 

Perpetuado. 

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Verónica Victoria Romero Reyes.
Mi único poema incompleto.

Derechos registrados.



Yo daría el Cielo que se me prometió,
el jardín de emociones de infancia,
el tardío acontecer de la inocencia,
-hasta la vida mía-,
por parar la aguja de pasado en ausencia
en la arritmia que me acongoja con dolor.
Porque no estuve en tu singladura
y otras vieron esa cara al despertar,
entorpezco mis recuerdos con trabada
por no ser capaz del lance olvidar.


Es cántico diario de amargura...
Es espalda de ruina apestillada...
A veces, cuando apoyas tus labios en los míos,
-tú no sabes pero me estás robando el alma-,
no puedo dejar de imaginar que aquéllos otros,
tiempo ha, con pasión, entrega y calma,
pasearon antes la curva rica de tu cuello.

Mis dedos son caballos, quizá un día como potros
te tocaron con galope y sin resuello,
mis manos, tan infértiles e inexpertas
no pueden eludir el marcaje de otra
en tu cuerpo, ahora mío, enternecido.

Y, aunque sólo yo hice nido en tu pestaña
y sólo yo guardé el alma para entregarla
a tus ciudadelas de paisajes prohibidos,
tiene tu camino un algo que me daña
y me aturde, cada noche, los sentidos.

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Verónica Victoria Romero Reyes.
Tuya. Cómplice.

Derechos registrados.




No permitas que un canto de sirena 
apostille los temblores que no son míos, 
-ni fueron más que vapores de arena-, 
no consientas un sueño equivocado, 
un soslayo desprendido, un tenue verso de amores 
o un caudal tempestuoso en tu vena. 
No toleres una rúbrica sin rostro ni faz, 
no te amarres al poema erróneo 
sintiendo que soy, sólo yo, alma sin antifaz. 
Más diatribas que consignas lucen en mi canto. 
Más defectos que honras acompañan mi pasear. 
Puedo darte un asomo, de la luz, el gentil atisbo; 
puedo oírte, entendiendo, vislumbrarte... 

Presentirte. 

Puedo sajar mi hombro si necesitas un paño, 
puedo detener el tren de la lógica humana 
si sé de agua turbia en tu manantial y su caño. 
Puedo envolverte una lágrima en un suave raso 
o encarcelar tu dolor y portarlo yo como grillete. 
Puedo decirte que admiro al hombre en su paso. 
Puedo decirte que tu voz, en mí, es un estilete. 
Pero hago hueco al silencio en el ocaso de la lengua 
por no hacerme disidente en mi propio conocimiento, 
y el silencio, cuando grita, y es coro que no mengua, 
es la compartida sangre de un mismo sentimiento. 
Puedo darte lo que pidas y regalarte sin requerir. 

Mas déjemos invicta la melancolía 
que, al caso, 
nunca fue tuya... 
Y tampoco mía. 

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Verónica Victoria Romero Reyes. 
Mi único poema incompleto. 


Derechos registrados.

viernes, 24 de septiembre de 2010

UNA VOZ QUE IDENTIFICAMOS AUN DESDE LA TERNURA DE SU AUSENCIA / POESÍA DE MARIO BENEDETTI

AHORA TODO ESTÁ CLARO


Cuando el presidente carter 
se preocupa tanto 
de los derechos humanos 
parece evidente que en ese caso 
derecho 
no significa facultad 
o atributo 
o libre albedrío 
sino diestro 
o antizurdo 
o flanco opuesto al corazón 
lado derecho en fin
en consecuencia 
¿no sería hora 
de que iniciáramos 
una amplia campaña internacional 
por los izquierdos humanos?


 LA OTRA COPA DEL BRINDIS


Al principio ella fue una serena conflagración 
un rostro que no fingía ni siquiera su belleza 
unas manos que de a poco inventaban un lenguaje 
una piel memorable y convicta 
una mirada limpia sin traiciones 
una voz que caldeaba la risa 
unos labios nupciales 
un brindis
es increíble pero a pesar de todo 
él tuvo tiempo para decirse 
qué sencillo y también 
no importa que el futuro 
        sea una oscura maleza
la manera tan poco suntuaria 
que escogieron sus mutuas tentaciones 
fue un estupor alegre 
sin culpa ni disculpa 
él se sintió optimista 
 nutrido 
  renovado 
tan lejos del sollozo y la nostalgia 
tan cómodo en su sangre y en la de ella 
tan vivo sobre el vértice de musgo 
tan hallado en la espera 
que después del amor salió a la noche 
sin luna y no importaba 
sin gente y no importaba 
sin dios y no importaba 
a desmontar la anécdota 
a componer la euforia 
a recoger su parte del botín
mas su mitad de amor 
se negó a ser mitad 
y de pronto él sintió 
que sin ella sus brazos estaban tan vacíos 
que sin ella sus ojos no tenían qué mirar 
que sin ella su cuerpo dce ningún modo era 
        la otra copa del brindis
y de nuevo se dijo 
qué sencillo 
pero ahora 
lamentó que el futuro fuera oscura maleza
sólo entonces pensó en ella 
 eligiéndola 
y sin dolor  sin desesperaciones 
sin angustia y sin miedo 
dócilmente empezó 
 como otras noches 
   a necesitarla.


HAGAMOS UN TRATO


Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo
si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro
a pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que puede
contar conmigo
pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted  es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
quiero decir contar
hasta dos hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
y así quedar tranquilo
que usted sabe que puede
contar conmigo


CONTRA LOS PUENTES LEVADIZOS



 1

Nos han contado a todos
cómo eran los crepúsculos
de hace noventa o novecientos años
cómo al primer disparo los arrepentimientos
echaban a volar como palomas
cómo hubo siempre trenzas que colgaban
un poco sucias pero siempre hermosas
cómo los odios eran antiguos y elegantes
y en su barbaridad venturosa latían
cómo nadie moría de cáncer o de asco
sino de tisis breves o de espinas de rosa
otro tiempo otra vida otra muerte otra tierra
donde los pobres héroes iban siempre a caballo
y no se apeaban ni en la estatua propia
otro ocaso otro nunca otro siempre otro modo
de quitarle a la hembra su alcachofa de ropas
otro fuego otro asombro otro esclavo otro dueño
que tenía el derecho y además del derecho
la propensión a usar sus látigos sagrados
abajo estaba el mundo
abajo los de abajo
los borrachos de hambre
los locos de miseria
los ciegos de rencores
los lisiados de espanto
comprenderán ustedes que en esas condiciones
eran imprescindibles los puentos movedizos.




 2

No sé si es el momento
de decirlo
en este punto muerto
en este año desgracia
por ejemplo
decírselo a esos mansos
que no pueden
resignarse a la muerte
y se inscriben a ciegas
caracoles de miedo
en la resurrección
qué garantía
por ejemplo
a esos ásperos
no exactamente ebrios
que alguna vez gritaron
y ahora no aceptan
la otra
la imprevista
reconvención del eco
o a los espectadores
casi profesionales
esos viciosos
de la lucidez
esos inconmovibles
que se instalan
en la primera fila
así no pierden
ni un solo efecto
ni el menor indicio
ni un solo espasmo
ni el menor cadáver
o a los sonrientes lúgubres
los exiliados de lo real
los duros
metidos para siempre en su campana
de pura sílice
egoísmo insecto
ésos los sin hermanos
sin latido
los con mirada acero de desprecio
los con fulgor y labios de cuchillo
en este punto muerto
en este año desgracia
no sé si es el momento
de decirlo
con los puentes a medio descender
o a medio levantar
que no es lo mismo.




 3

Puedo permanecer en mi baluarte
en ésta o en aquella soledad sin derecho
disfrutando mis últimos
racimos de silencio
puedo asomarme al tiempo
a las nubes al río
perderme en el follaje que está lejos
pero me consta y sé
nunca lo olvido
que mi destino fértil voluntario
es convertirme en ojos boca manos
para otras manos bocas y miradas
que baje el puente y que se quede bajo
que entren amor y odio y voz y gritos
que venga la tristeza con sus brazos abiertos
y la ilusión con sus zapatos nuevos
que venga el frío germinal y honesto
y el verano de angustias calcinadas
que vengan los rencores con su niebla
y los adioses con su pan de lágrimas
que venga el muerto y sobre todo el vivo
y el viejo olor de la melancolía
que baje el puente y que se quede bajo
que entren la rabia y su ademán oscuro
que entren el mal y el bien
y lo que media
entre uno y otro
o sea
la verdad ese péndulo
que entre el incendio con o sin la lluvia
y las mujeres con o sin historia
que entre el trabajo y sobre todo el ocio
ese derecho al sueño
ese arco iris
que baje el puente y que se quede bajo
que entren los perros
los hijos de perra
las comadronas los sepultureros
los ángeles si hubiera
y si no hay
que entre la luna con su niño frío
que baje el puente y que se quede bajo
que entre el que sabe lo que no sabemos
y amasa pan
o hace revoluciones
y el que no puede hacerlas
y el que cierra los ojos
en fin
para que nadie se llame a confusiones
que entre mi prójimo ese insoportable
tan fuerte y frágil
ese necesario
ése con dudas sombra rostro sangre
y vida a término
ese bienvenido
que sólo quede afuera
el encargado
de levantar el puente
a esta altura
no ha de ser un secreto
para nadie
yo estoy contra los puentes levadizos.